miércoles, 5 de septiembre de 2018

Jugar con fuego (1851). Ventura de la Vega y Francisco Asenjo Barbieri


Jugar con fuego es una zarzuela en tres actos con libreto de Ventura de la Vega (1807-1865) y música de Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894). Se estrenó el 6 de octubre de 1851 en el Teatro del Circo de Madrid.

Reparto: Adelaida Latorre (duquesa), Francisco Salas (marqués), Francisco Calvet (duque), José González (Félix), Vicente Caltañazor (Antonio). Decorados: Luis Muriel.

El argumento de la obra lo extrajo Ventura de la Vega, de la comedia francesa La Comtesse de Egmont, de Jacques F. Ancelot (1794-1854) y Alejo B. Decombereusse (1769-1862), aunque la situó en España, para que tuviese visos más patrióticos. El título alude a lo peligroso que es jugar con el amor.
En el anuncio de la nueva creación se hizo saber al público que habría unos decorados de Muriel y que la función concluiría con una jota aragonesa animada por cuatro parejas de bailarines. Con esta obra se iba a inaugurar la temporada teatral del Teatro del Circo. Al parecer, el público se extrañó del carácter histórico-serio de la zarzuela, ya que las zarzuelas decimonónicas anteriores eran más bien cómicas y de escasa envergadura teatral.
El estreno de la obra fue un éxito clamoroso y según relata el propio Barbieri "Diez y siete noches consecutivas fuimos los autores llamados a la escena y por cierto que en todas ellas después de salir al público, Ventura y yo bajábamos a contaduría a cobrar nuestro tanto por ciento que en mucho tiempo no bajó de una onza para cada uno, lo cual, sabido que entonces se cobraba sólo el 3%, se puede calcular que pasaba la entrada de 10.000 reales cada noche. Esta obra, en fin, dio grandes resultados a nuestra empresa".
Se da la circunstancia además de que la cantidad recaudada con Jugar con Fuego salvó financieramente a la sociedad que habían fundado los compositores Gaztambide, Barbieri, Hernando, Oudrid e Inzenga, el escritor Olona y el cantante Salas, para defender los intereses del nuevo género lírico y que estaba a punto de quebrar.

  

Acto I

Se desarrolla en la verbenera noche de San Juan, junto al río Manzanares. En medio del ambiente popular se pasean también figuras de la nobleza que alternan con los humildes vendedores y los artesanos. Entre el gentío se distingue pronto a la duquesa de Medina, que va disfrazada de modesta artesana. Detrás de ella aparece el marqués de Caravaca, que sigilosamente la está siguiendo para averiguar si es o no la ilustre dama que él sospecha. La dama se ha citado allí con el joven hidalgo Félix, a quien hizo creer que era la criada de una encopetada señora. Cuando Félix va a buscar un coche para abandonar el lugar, interfiere el marqués con varios amigos, pero el padre de éste impide que la duquesa sea molestada.

Acto II

Transcurre en un salón del Palacio del Buen Retiro. En esta mansión real se comenta la habilidad que tuvo la duquesa de Medina en la verbena para escapar de los nobles que intentaban descubrir quién era. Entran el marqués y la duquesa conversando y ella le dirige indirectas, porque sospecha que era el individuo que la sometió a acoso en la verbena. Félix y un primo suyo han acudido al palacio para una cita con el marqués, y llevan una recomendación para entrar al servicio del palacio. El marqués habla con Félix y se establece una cierta confianza que permite que Félix le explique sus amores. Cuando se produce la entrada de unos cortesanos, Félix reconoce a la duquesa; el marqués se brinda a presentársela pero ella disimula y hace creer que no conoce al hidalgo. Una intriga provoca que la situación desemboque en un escándalo y algunos hacen creer que Félix está loco y concluye el acto con su detención.


Acto III

Félix se encuentra en un manicomio, en el que tienen lugar varias escenas cómicas basadas en las simplezas de los internos. La duquesa planea liberar a su enamorado y el marqués se ofrece a intervenir. Cuando todo está listo para la fuga, Félix mete al marqués en el departamento de los locos. Los internos se ríen de él y van quitándole prendas de ropa hasta dejarlo en paños menores. Félix toma el frac del marqués a través de la reja y se disfraza de noble, ayudado por la duquesa. En este momento llega una orden real que autoriza el matrimonio de Félix y la duquesa.



La zarzuela titulada Jugar con fuego que anoche se ha puesto en escena en el teatro del Circo ha alcanzado un éxito brillantísimo. Puede decirse que ésta no es una zarzuela; es sí una ópera cómica llena de gracia y de novedad, y con trozos de música bellísima y original, como no la habíamos oído hasta ahora en composiciones de este género. Esta obra es un gran progreso en el género de música española. La ligereza, los chistes, la gracia y la repetición de situaciones y pasos extraordinariamente cómicos que en la fábula abundan, revelaron bien pronto que era concepción de un talento privilegiado; y la novedad, propiedad y brillantez de la música, dejaron conocer el genio de su autor. (La Época de 7 de octubre de 1851)

Pocas veces hemos presenciado en los teatros de Madrid un triunfo igual al que obtuvieron anoche los señores don Ventura de la Vega y Barbieri en el teatro del Circo con la zarzuela nueva en tres actos Jugar con fuego. A la conclusión del primer acto ya pidió el público la salida de los autores, y al concluir el duo del segundo acto tuvieron que presentarse. Toda la función siguió en el mismo orden, y los aplausos no cesaron desde el principio hasta el fin. La población entera de Madrid querrá ver la nueva opereta, cantada y representada de una manera inesperada, y puesta en escena con propiedad y lujo. (El Observador del martes 7 de octubre de 1851)

Por segunda vez se cantó anoche en este teatro la bonita ópera cómica Jugar con fuego, música del señor don Francisco Barbieri y letra del señor don Ventura de la Vega. Ciertamente que desde que de nuevo se introdujo el gusto por esta clase de óperas, ninguna ha obtenido un éxito más completo; bien es verdad que ninguna nos parece que pueda llegar, en mucho, al trabajo de los autores de esta excelente obra. El argumento es ingenioso y muy bien desenvuelto, y la música de un mérito sorprendente. (…) Si el señor Barbieri no fuera tan conocido por sus buenas composiciones, el Jugar con fuego le daría todo el crédito que de justicia le corresponde. El señor Ventura de la Vega ha dado una nueva prueba de su ingenio y claro talento en la composición del libreto.  (La Nación del 8 de octubre de 1851)

lunes, 3 de septiembre de 2018

La de San Quintín (1894). Benito Pérez Galdós


Comedia en tres actos y en prosa de Benito Pérez Galdós (1843-1920) estrenada en el Teatro de la Comedia de Madrid la noche del 27 de enero de 1894.
Reparto: María Guerrero (Rosario), Concha Ruiz (Rufina), María Cancio (Lorenza), Miguel Cepillo (Don César), Emilio Thuillier (Víctor), Alfredo Cirera (Don José Manuel), Sr. García Ortega (Marqués de Farfán), Sr. Balaguer (Canseco). Dirección: Emilio Mario.

El acaudalado anciano don José Manuel de Buendía, que convive con su hijo César, un personaje vil y mujeriego, invita a doña Rosario de Trastámara, duquesa viuda venida a menos, a pasar una temporada en su finca. Don José Manuel fue administrador de la familia de Rosario y al cabo de los años se quedó con todas sus propiedades. Una vez instalada, doña Rosario recibe la declaración de amor de Víctor, hijo ilegítimo de César. César también pretende a la joven y ofrece una importante cantidad de dinero a su hijo para que abandone la ciudad. Víctor lo rechaza por orgullo y dignidad. Rosario, favorablemente sorprendida por este gesto, finalmente acepta las proposiciones del joven y juntos deciden emprender una nueva vida en América.

Galdós, en el terreno evolutivo, no ha dado el paso atrás; antes bien sigue avanzando en él; no aborda la innovación total, pero persevera en gran parte de ella, aunque no prescinde de uno de los elementos viejos, la retórica, quizá porque es un elemento hermoso, con el cual hemos educado el oído y la sensibilidad en la lectura de los clásicos. Pero innovador o retórico, Galdós triunfa. Triunfó anoche por completo, ora con el diálogo primoroso y castizo, ora con la frase enérgica y sonora, despertando el interés unas veces, deleitando otras con el hábil diseño de un carácter, admirando siempre con el centelleo de su talento. (López-Ballesteros en La Correspondencia de España del 28 de enero de 1894)

Benito ha triunfado en toda la línea: la escena no tiene ya secretos para él; maneja los resortes dramáticos como el más hábil organista los registros del instrumento que responde a sus ideas, y el maestro de la novela es ya maestro en el drama. Que sea enhorabuena y que nos sirva a todos de regocijo, porque para el teatro moderno español se abren dilatados horizontes, demostrándose que podemos brillar con las nuevas tendencias tanto como brillamos con las antiguas. (El Día del domingo 28 de enero de 1894)

La de San Quintín es una comedia absolutamente original, vaciada, como diría el maestro Ferreras, en moldes completamente nuevos. Es una obra más que moderna, modernísima, llena de atrevimientos y de audacias. El Sr. Galdós proclama en ella valientemente la superioridad del pueblo sobre la aristocracia. (Alejandro Sawa en El País del 28 de enero de 1894)

La de San Quintín es una comedia sumamente original en su concepción y en su estructura, sana de pensamiento, elevadísima de miras y en extremo atrevida por la noble y ruda franqueza con que están expuestos los ideales que en ella se desenvuelven. (J. Arimón en El Liberal de 28 de enero de 1894)

Aquella gente vive, y durante el curso natural de la vida... surge, se agita, corre y cumple el pensamiento dramático. Conseguir esto por modo tan natural y con tal verdad, es el fundamento principalísimo del gran triunfo de Galdós. (José Zahonero en La Justicia del 28 de enero de 1894)

El estilo de Galdós, pintoresco, fácil, impregnado de humorismo fino y sutil, grandioso a trechos, oportuno, incisivo y eficaz siempre para herir la mente y el corazón del público, campea en toda la obra. (Amaniel en El Imparcial de 28 de enero de 1894)

El autor se impuso al público desde las primeras escenas, y desde aquel momento el triunfo no pudo ser más completo. Las bellezas del diálogo, superiores a toda ponderación, los pensamientos profundos de que está salpicado, las frases ingeniosas, la novedad de los chistes, lo bien delineado de los caracteres, arrebataron al auditorio, y Galdós fue llamado al proscenio al terminar el primer acto, y lo que pocas veces sucede, a la mitad del segundo. Una frase, una sola frase felicísima valió al ilustre autor de Gloria esta honra casi inusitada y una ovación estruendosa. (La Iberia de 28 de enero de 1894)
 
La de San Quintín es la mejor obra dramática del Sr. Pérez Galdós; pero aun se ve que el novelista vence al autor de comedias. Todas las cualidades propias de la novela: la descripción, el diálogo, la presentación de los caracteres que han de figurar en la obra, brillan con luz esplendente en la nueva comedia del eminente novelista. Todos los aplausos, o casi todos, los obtiene por la frase. Rara vez las situaciones alcanzan igual premio. Seguramente, el Sr. Pérez Galdós llegará a poseer esa práctica teatral, esa habilidad escénica de que ahora carece. Cuando esto logre, le saludaremos como a un autor dramático de primera fuerza. (Pedro Bofill en La Época del 28 de enero de 1894)

La perseverancia incansable, el esfuerzo inteligente y la inspiración genial de Pérez Galdós, triunfaron por último anoche, y esta vez de manera definitiva y concluyente, de las dificultades y los escollos que el teatro ofrece a quien, sin un largo aprendizaje y una vocación decidida, pone mano en el empeño siempre arduo de desafiar frente a frente el aplauso o la censura de las multitudes. (H. y S. en Heraldo de Madrid de 28 de enero de 1894)