jueves, 31 de mayo de 2018

Los derechos del hombre (1963). Alfonso Paso


Obra en tres actos con un solo intermedio de Alfonso Paso (1926-1978) estrenada el 7 de mayo de 1963 en el Teatro Club de Madrid. El reparto estaba compuesto por: María José Alfonso (Julia), Julia Trujillo (Narcisa), Carlos Larrañaga (Arturo), Irene Gutiérrez Caba (Elena), Yolanda Bal (Bibi), Erasmo Pascual (Ramón), Josefina Robeda (Cándida). Escenografía de Matías Montero y dirección de Alfonso Paso.

El arqueólogo Arturo está casado con Julia, una empresaria del sector inmobiliario. Las relaciones del matrimonio se han ido desgastando con el paso del tiempo y Arturo se siente cada vez más atraído por su suegra, Elena. Sin embargo, será ésta la que logrará que la pareja vuelva a unirse.

Esta comedia me recuerda las momias egipcias. Un cadáver bien liadito, vendado, pintado, barnizado, decorado y arropado. Se deslía la venda y aparece un cuerpo muerto. Se vuelve a liar y se compone un efecto espectacular. El cadáver es éste: un matrimonio no se entiende, el marido hace la maleta, y cuando va por la escalera regresa junto a su mujer porque ésta va a tener un hijo. El esquema es sólido, rudo, eficaz. Pero esta solución "cigüeñista", la verdad, ha padecido ya tantas representaciones que no puede ser recibida de ninguna manera. (...) El diálogo es puntiagudo, polemista, retórico, con estupendos centelleos cómicos y lamentables canturreos líricos, lleno de sorpresas en la expresión y conceptualmente viejísimo. (Enrique Llovet en ABC del 8 de mayo de 1963)

Que la vida moderna, ha obligado a profundas mutaciones en los modos de vida y que éstos influyen decisivamente en las relaciones conyugales, es indiscutible. Pero no en la forma grotesca, caricaturesca e inverosímil con que Paso lo presenta en esta pieza. Lo que es elogiable en la comedia es el chispeante diálogo, las divertidas ocurrencias que saltan aquí y allá, las frases ingeniosas en relación con situaciones, problemas o personajes actuales. Todo esto constituye un brillante castillo de fuegos artificiales a cuyo estallido se asiste con placer. (A. Martínez Tomás en La Vanguardia del 19 de septiembre de 1963)

No hay comentarios:

Publicar un comentario