martes, 12 de junio de 2018

El ex-presidente (1963). Juan José Alonso Millán


Farsa en dos actos de Juan José Alonso Millán (n. 1936) estrenada en el Teatro Cómico de Madrid el 6 de septiembre de 1963. El reparto fue el siguiente: Francisco Merino (Rosario), Luis Morris (Trinidad), Lina Canalejas (Dulce), José Luis Heredia (Arquímedes), Antonio Soto (Maitre), Mercedes Alonso (Maite), Eduardo Solano (Botones), Pastor Serrador (Héctor), Blanca Sendino (Venancia), Isana Medel (Hija), Julio L. Brunet (Hombre). Decorados de Antonio Mingote y dirección de Juan José Alonso Millán. La obra está dedicada al actor José Luis Heredia.

Arquímedes Cerezuela, un expresidente del Churaguay, vive exilado en Madrid en un hotel de lujo. No quiere volver nunca más a su país, aunque su secretario Héctor no desea otra cosa más que cambie la situación política y poder regresar al poder. En el hotel acechan Dulce, Rosario y Trinidad, tres terroristas decididos a acabar con la vida del político, aunque bastante patosos y sin demasiada fortuna. Las cosas se van a complicar cuando la habitación que utilizan como centro de operaciones es ocupada por Maite Sepúlveda, una joven de Vitoria que ha venido a Madrid para participar en un concurso de canto.

Juan José Alonso Millán no nos ha engañado. Pretendía hacer una sátira político-social, en la línea del humor disparatado, y lo ha hecho. Hasta ahí, conformes. Pero lo disparatado y la sátira tienen, aunque muy amplios, unos contornos dentro de los cuales hay que saber moverse sin sacar las cosas de quicio. No vale todo, aunque todo haga reír generosamente al público hasta no darle casi respiro. El ex-presidente reúne, en ese ancho campo, una mezcla de muchas clases de humor. Prevalece el codornicesco. Pero también aflora, sin consumarse, el negro. Y, a lo lejos, huele a ionescino. (...) Todo lo plantea y resuelve en el primer acto; el segundo no es más que una reunión de chistes y frases graciosas que ocultan la total carencia de situaciones cómicas. Se le va de la mano la obra, quizá por no haber dosificado el desarrollo de la trama, que se la come toda en el primer acto, dejando la nadería del diálogo para la segunda parte. Alonso Millán hace equilibrios para darle fuerza al remate de la farsa, pero no lo consigue porque ni el humor es tan disparatado como en la etapa anterior ni las situaciones que trae sin venir a cuento añaden nada que vigorice la ausente comicidad. (Manuel Adrio en ABC del 7 de septiembre de 1963).

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